viernes, 7 de septiembre de 2018

Cosas de alguien que conocí en Kioto y me dejó.

I. Un nuevo amor por los nombres literarios y el pensamiento pasajero de cambiar mi nombre al de una canción.

II. Ojos hambrientos que ansían devorar las minucias de tu rostro.

III. Una sensación cuando me hablas en vez de a las chicas vestidas de terciopelo rojo que florecen a nuestro alrededor, una sensación de que notaste un capullo y asumiste que un lirio de marfil perfecto en mis pómulos te darían la bienvenida algún día.

IV. Orgullosa de que mi gusto musical cumpla con tus altos estándares.

V. Un amor reavivado de Jon Bon Jovi, la canción 'Always' y la forma en la que la cantas.

VI. Orejas sedientas que se esfuerzan por absorber cada ola de surf australiano que se te escapa de la boca, y el ferviente deseo de recolectar conchas marinas para ver si suenan como tú.

VII. Un tirón en mi cuello por la contorsión para mirar hacia arriba a tu carita lejana a seis pies del suelo.

VIII. Una sonrisa torcida que nunca cesa cuando pienso en ti, una apreciación del buen humor romántico.

IX. Un truco de magia que nunca deja de confundir, dedos rápidos, una carta de póquer que sólo tú puedes manejar.

X. Respiración entrecortada, picazón en mis manos cuando recuerdo las mareas chocar y barrerme, cuando recuerdo tus dedos en mi pierna, cuando recuerdo tu cara cerca de la mía.

XI. Una infructuosa alteración en mi pecho por tratar de despertarte de la muerte, mi gato mirándome desde la mesa, y tus brazos rodeándome la cintura.

XII. Eres un concepto completamente nuevo de lo que hace un buen beso.

XIII. Tu pecho quemado (el amor arde), tu pecho cosido (el humor duele) a medida que pasan las horas las noticias de la BBC suenan mudas en la esquina mientras las constelaciones atraviesan la habitación oscura, intentanto encontrarte.

XIV. Como tu sonrisa me golpeó como si hubiese estado bebiendo en diez clubes diferentes.

XV.  El dolor de cuando nos despedimos por primera vez, sintiéndome como una ballena varada cantando para que el mar volviera a entrar, agarrando el beso desvaído que dejaste en mi mejilla como un salvavidas.

XVI. Ojalá te hubieses quemado cuando nos volvimos a encontrar, la ilusión se fermentó cuando nos despedimos por segunda vez y te fuiste con una sonrisa.

XVII. Tus alas de cera, tus dedos de candelabro, yo rezándole a los huesos de tu mano para que el cielo nocturno se enfriara, se curara, que el océano se apagara, se arrullara.

XVIII. Sacudidas en mi pecho que no se detenían cuando nos volvimos a encontrar, con las piernas temblorosas corriendo para mantenerte el ritmo de las calles neón de Kioto.

XIX. La canción 'Always' retumbaba en mi pulso, lunas llenas brillando como faros en una oscura sala de karaoke, la risa de nuestros amigos perdida en la música de fondo.

XX. El sabor del atún, comer sushi a las cinco de la madrugada en el cumpleaños de tu mejor amigo, nuestras piernas reclinadas unas contra otras.

XXI. Un amanecer, mientras caminábamos tierra adentro desde el océano susurrando secretos a la bahía de Kioto, cuando salió el sol nos despedimos por tercera vez. Te marchitaste, mejillas frías bajo mis labios, el océano se escurrió en tu estómago. Nos separamos en una concurrida encrucijada y me pregunté a quién demonios habría dejado escapar de mi vida.



[XXII. Hoy encontré tus estúpidas gafas de sol en mi bolsillo y quise llorar.]








sábado, 19 de mayo de 2018

Una bala.

Proyectil-V18051016:12


La tierra se mueve a una velocidad increíble, es una nave espacial que atraviesa un camino jamás explorado. Estamos a la deriva, no hay ningún tipo de mando, control, timón o volante, nadie está manejando este bólido de mierda al que llamamos casa, va por ahí dando vueltas, vueltas y vueltas, rozando con otros planetas.
Rodamos alrededor de una esfera gigante de fuego que en algún punto colapsará. Nosotros, pasajeros en un barco que se hunde, no tenemos cinturones de seguridad, no hay manera de aferrarse a un huevo que viaja en el espacio, el más mínimo roce y saldremos eyectados, disparados, eyaculados al inconmensurable espacio.

Cariño, vamos en este mundo separados, no hay nada a lo que nos podamos aferrar, ambos volamos a una velocidad incalculable. Aún en este momento que estamos de pie, que estás distraído, que te estoy anhelando, nos estamos moviendo por el espacio, pues somos proyectiles en un universo vacío. Si no quieres mirarme, si no quieres hablarme, si no me quieres tomar de la mano, está bien, pero no sabes la suerte que tenemos de habernos encontrado en medio de este gran caos.




José de la Serna.

viernes, 20 de abril de 2018

1620





La biología es insegura,
el estudio de la vida se alimenta y al mismo tiempo se ahoga en el mar;
las olas van rompiendo contra la suave superficie de la zona ósea de su cadera durante la clase de las 8:05 del martes.
El silencio resuena en su habitación azul,
porque antes de que él descubriera
como recuperar amores simultáneos, incoloros y dolorosos,
estaba resucitando conchas marinas en la arena,
dándoles granos de conocimiento y sensibilidad,
mientras que su profundo llanto estaba siendo ambientado por la banda sonora de mis ojos mirando su pelo.




Soñé con él cada noche de esta semana;
yo era el monstruo que se escondía debajo de su cama.






martes, 27 de marzo de 2018

Opera house

Si algún día logra ser honesto
y puede contemplar en sus huesos
la magia que en primera instancia no logra generar,
quizá sus ojos humanos puedan ocasionar un terremoto en la dimensión de todos los científicos fallecidos del siglo.

Después de las tres,
las estrellas de la gran ciudad que besan mi espalda desaparecen y se van en pique buscando algo de música en la jungla y en el dedo meñique de su pie:
puede bailar encima de ellas,
reproducir su tez en un viejo tocadiscos,
abrasar sus pulmones con el abrazo de una enana blanca (llorando porque su brillo se parece tanto, tanto al de su madre).
Cuando me dijo que no era inmortal,
construí un castillo de arena en lo más profundo del desierto de sus sueños caóticos,
para que guardara sus suspiros
y los planetas pudieran girar en un subir y bajar de su pecho.

Al final de todo,
terminé deseando que cuando murieras
tus cenizas cayeran en las pinturas del próximo gran talento que se encontrase  en alguna calle de Cali o de París,
y que luego se destruyera poquito a poquito,
desde el alma hasta las uñas,
para crear un nuevo tipo de arte
que las próximas generaciones no apreciarán
y que cuando él o ella muera,
sus cenizas caigan en otras pinturas,
y así.

(No hay mayor muestra de valentía que la autodestrucción,
y todo en nombre del arte).

Le dije al mundo que cuando el cielo
se torne rojo,
todos caeremos tan hondo
que podremos tocar sus huesos y sus sienes,
que sabía que este sería tu final,
y está bien si los planetas dejan de girar por una eternidad,
mi sol,
sólo espero que cuando mueras
tus cenizas caigan en mis pinturas.





miércoles, 31 de enero de 2018

Juanita

"Quien se ama a sí mismo, ama a un hombre malvado".

-Thomas Fuller.


El cianuro baja por mi sien advirtiéndome que lo que hago no está bien,
lo sé por la forma en que me tocas,
o por la forma en la que lloras después de dar un vistazo al agujero en mi pecho,
meticulosamente voy empujándome a mí misma hacia el vacío
porque desde hace mucho he querido verte sonreír,
y el único tipo de arte que he experimentado ha sido tu sombra a medio día.

Si muero hoy, dibujame en el edificio más alto de Bogotá,
que quiero sentirme grande,
como si hubiese sido construída con el material más resistente,
que no soy de carne, hueso y un par de defectos.
Quiero quedar en tu memoria
como el concepto de desahuciada que nunca encontró algo por lo que valiera la pena dejar sus pulmones,
así que píntalos de azul;
el pecho de amarillo;
los labios de color negro, y con los ojos haz lo que te apetezca.
Escribe un poema sobre como te hice sentir y léeselo a tus hijos.

Lo que más odias está oculto en mi pecho
y sin embargo acabas adorándome al final de la guerra,
pero no sabes que yo soy del tipo que lleva sal en las venas,
del tipo que no te podría salvar cuando te raspes las rodillas en algún intento de ser valiente,
porque siempre dije que te quería sin abrir la boca ni un poco,
que tus guantes de hace cinco años son más grandes que mis dos magníficas personalidades juntas,
que al final del día termino siendo todo lo que no quiero ser,

que al final del día,
el hombre malvado que me habita
es el que más te quiere.









Para ti, que rompí tu corazón de mil maneras y sigues sin saberlo.


viernes, 8 de septiembre de 2017

Azabache.

Me gustaría acariciarte el cabello
y el almita cada mañana.
"Feliz cumpleaños princesa,
pide un deseo",
y si te miro apenas me dicen eso... ¿sabrías qué es lo que quiero?
Mi proyecto de vida tiene tu nombre
más veces de las que tiene el mío,
contigo me siento segura,
sin ti me siento como un pajarito acostumbrado a volar
y que ahora,
tiene las alas quebradas.
"Quiero dibujarlo", mi corazón gritó en el instante en el que entraste a la sala,
suspiro, y después de verte tan desperdiciado y besado llego a la conclusión de que yo también.
Nudillos de artista,
y los usas para "golpear imbéciles", dices
¿Entonces por qué nunca me has golpeado a mí?
Y es que quizá para cada ser triste, inseguro, rencoroso y acomplejado
debería existir un sol como tú,
para que lo ilumine, lo queme
o le derrita los miedos.
"Mi cielo, vámonos a Venecia la semana que viene",
"-¿Me acompañas a la esquina?
-Vale, pero tómame fuerte de la mano porque o si no soy yo el que se pierde".
Eres las gafas que siempre he necesitado,
el avioncito de papel al cual me subo
a ver si así despego los pies de la tierra,
eres mi película infantil favorita
después de ver una de terror.
Me preguntaron qué cosas me gustaría hacer antes de los veinticinco,
una soñadora dijo que tendría su propia película en Hollywood;
una valiente, que sería revolucionaria;
una artista dijo que se suicidaría cuando los cumpliera;
y yo sólo pensaba: ser tan fuerte como tú, no creo que nadie lo logre.
Ven, mi niño,
¿y si tocas la guitarra mientras te leo los horribles poemas que hago?
Digo, para ver si me inspiro
con la musica,
o al ver tus manos acariciando las cuerdas.
Mamá, creo que ya encontré a alguien que me bese las mejillas
cuando las tenga frías,
"¿Y entonces por qué lloras, cariño?"
Porque me tiene al frente
y sigue buscando.



Cosas de alguien que conocí en Kioto y me dejó.

I. Un nuevo amor por los nombres literarios y el pensamiento pasajero de cambiar mi nombre al de una canción. II. Ojos hambrientos que ans...